
Andrés Canedo, el “sentipensante”.
Un paseo por la nostalgia
(Abrelatas Literario)
Cuántos recuerdos se nos escurren por la memoria como agua que se trata de retener con una canasta; no hay forma, continúan, indefectiblemente, su fluir hacia el olvido. Sin embargo, aquellos que todavía permanecen arremolinados en algún meandro o recodo son los que forman parte de un silo de recuerdos llamado “nostalgia”. Algunos son claros, vivos, otros aparecen cubiertos por una densa niebla, sabemos que están allí pero no los vemos con claridad.
Hablando de los primeros, aquellos recuerdos
que se mantienen sobre la superficie de nuestra memoria, son los que nos
mantienen atados, por decirlo así, al pasado. Forman parte de las páginas que
se escribieron en nuestras vidas. Recuerdos gratos o tal vez tristes. La
nostalgia es un “anhelo del pasado”. Recordamos con tristeza, con melancolía, algún
amor, amigos, acontecimientos, circunstancias, algún familiar que ya partió, o
por haber dejado el terruño. En suma, tendemos a volver a vivir esos momentos
ya pasados a través de los recuerdos. Añoramos lo que ya no tenemos. Parte de
la naturaleza humana.
Empero, ¿es posible sentir nostalgia por algo
que no hemos vivido, experimentado o sufrido? en otras palabras, ¿las historias
de otras personas pueden causarnos nostalgia? de ser así, ¿cómo? La respuesta
está en “Pasaje a la Nostalgia”[1]
novela escrita por el escritor boliviano Andrés Canedo. Robusto libro narrado con maestría en el
que el autor nos transporta hacia el pasado de Carlos, el personaje principal y
narrador protagonista, a través de un relato que cautiva desde el primer
capítulo. Un texto poético de principio a fin, sólidamente fundamentado en el
amor. Convergen el dolor, crisis existenciales, filosofía, política, pasiones y
lamentos que, todos juntos, conforman un complejo entramado que conmueven al
lector a tal punto que la nostalgia se apodera de su ser. Así es, el lector
añora el pasado que nunca tuvo porque en la lectura de Pasaje a la Nostalgia,
se hace, a sí mismo, parte inherente de la historia, es absorbido por ella. Este
es un gran logro. Los acontecimientos se suceden en magníficos cambios
temporales. Esta es una de las técnicas que Canedo utiliza con gran habilidad.
La trama no transcurre a través de una sucesión cronológica de acontecimientos,
sino que, brinca, estratégicamente, por diferentes espacios temporales que, al
lector desprevenido, le obligaría a retornar sobre sus pasos para retomar el
hilo que ya se fue a otro tiempo. La descripción de los personajes es rica,
aunque no cae en descripciones superfluas, sino las que se necesitan. Pasaje a
la Nostalgia es una obra que viaja no solamente por el tiempo sino por el
espacio: Córdoba, Buenos Aires, Villazón, La Quiaca, Tartagal, La Paz, Santa
Cruz, Cochabamba y París, son los ambientes por los que la trama se desarrolla;
Carlos manifiesta una interesante habilidad para desenvolverse en estos
espacios, diferentes unos de otros. Tal habilidad no es casualidad. El
combustible que explosiona en la recámara de su corazón y que mueve el carro de
su vida tiene nombre, Mariana, el amor que lo motiva, que lo sostiene a pesar
de la distancia. Es Mariana el espíritu de Pasaje a la Nostalgia; es
Mariana el “ser o no ser” de Carlos, es Mariana el centro, el eje y la
circunferencia de su vida. Un amor que es sólido a pesar del surgimiento de uno
segundo, Graciela, un “amor satélite” que ejerce una fuerte influencia en la
vida de Carlos, entregándolo todo sin pedir nada a cambio.
Con todo esto, es
placentero leer y re leer un sin número de párrafos ricos en figuras
literarias, en poesía. “Pasaje a la Nostalgia” es una
obra que debe ser saboreada lentamente, sin apuros. Con esto, bajo ningún
motivo pretendemos contradecir a quienes, anteriormente, ya emitieron sus
comentarios sobre esta obra, tal el caso de Oscar “Puki” Gutierrez, poeta boliviano que afirma, sobre Pasaje a la Nostalgia:
“…el argumento en sí es ofrecido al
lector con maestría: una depurada (o intuitiva) técnica para hacer convivir
tiempos y espacios disímiles, la habilidad de narrar (casi cinematográficamente
o, mejor dicho, teatralmente) cada situación, y una bienvenida dosis de buen
humor, construyen una trama de casi 500 páginas que es deglutida con avidez”[2].
Estamos de acuerdo (no podríamos no estarlo) sin embargo, queremos destacar que
cuando decimos que esta obra “debe ser
saboreada lentamente, sin apuros”, no significa que no sea “deglutida con avidez”, desde luego, esta
novela genera una intensa ansia de ser leída sin detenimiento, así, la avidez,
es aplicada con certera cabalidad. Por su parte, Julio Ríos Calderón
escribe: “Pasaje a la Nostalgia, es una obra maestra y lo es tanto por la
historia como por la forma de contarla. Canedo sumerge al lector totalmente, no sólo en su lectura, sino en lo que allí
acontece. Todo esto es lo que la hace grande”.[3] El poeta
argentino Mario Bordón destaca: “La estupenda arquitectura y el armonioso ensamblaje
de cada uno de los componentes temáticos y discursivos hacen de “Pasaje a la Nostalgia” una novela lograda: una perfilada
elaboración lingüística, la disposición de un orden narrativo propio, con una
estructuración del tiempo y del espacio, de la información y de los silenciosos
ordenados a través de la emoción poética y de una minuciosa operación
intelectual en torno a una historia de amor como símbolo trascendental,
intensa, enfática y asombrosa que nos conmueve y apasiona”[4].
“Pasaje a la Nostalgia” es creatividad
en pleno a través de un lenguaje literario sencillo, de lectura apacible,
vívida, dulce, deliciosa
al paladar literario:
Luz María: ¿Sabes de dónde nace la poesía?
Carlos: De los grandes encuentros
Luz María: Y de los grandes desencuentros, de los abismos que se abren
de la luz que se apaga o se enciende.
Carlos: Todos ellos, en el fondo, son encuentros. Un desencuentro genera
el encuentro con el dolor, con el desengaño, con la ausencia. Es entonces un
encuentro que motiva a los poetas…
Amalia Decker, periodista y escritora define muy bien esta
obra de Andrés Canedo: “Encontré a un escritor con oficio para
abordar una historia, o muchas, y contadas con un estilo muy particular… En las
vigorosas tramas de sus historias, Andrés aborda estos territorios tan
difíciles de resolver literariamente sin caer en clichés o lugares comunes.
Así, el autor logra bellas y sencillas páginas con desenfado que nos abre el
camino del retorno a “los diecisiete” en DO mayor”[5]
Gabriel Chávez escribe en Correo del Sur: “… nos atrevemos a postular que se trata de
una de las novelas más sólidas e importantes de la última década”.
La calidad literaria de Canedo es
indiscutible, sin embargo, sentimos que Pasaje
a la Nostalgia ha pasado algo desapercibida entre el público lector en
nuestro país, ni qué decir fuera de él.
Andrés
Canedo, el sentipensante:
“Un
poeta es aquel que dice las palabras que están en el corazón de los demás y,
que yo sepa, los poetas, los artistas, han hecho más por la alegría del hombre
que los filósofos. Siempre he creído que primero está el sentir y luego el
pensar. El ser humano es sentipensante… Es más fácil que el sentimiento una a
la gente, el pensamiento, por el contrario, tiende más a dividir”.
Extracto
de Pasaje a la Nostalgia
[2] Por Oscar Puki Gutierrez, publicado
en el matutino Los Tiempos, 01/08/2016
[4] Mario Bordón, poeta argentino para Grupo Editorial Kipus, Sinopsis de
Pasaje a la Nostalgia, www.editorialkipus.com
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