Jorge Barriga Sapiencia - Las vacaciones

 


Esa noche, yo leía en compañía de Sole, mi gata, mientras mis primos y hermanos veían la televisión en la sala. Como siempre, justo en la mejor parte, mi tía me llamó para cenar.

Como eran vacaciones estaban las familias de mi mamá y su hermana reunidas en mi casa; yo era la única chica entre cinco primos. Después de comer, los chicos decidieron ver películas de terror, mi primo mayor me invitó, me aburro con los hombres de mi edad pues son muy tontos y más aún mis hermanos, para ser buena anfitriona y sorpresa de todos acepté unirme a ellos. La peli fue incomible y con la excusa del cansancio regresé junto a mi Sole a continuar con la lectura de mi super interesante libro. De todas formas, el sueño hizo presa de mí y me quedé dormida.

No me gustan las vacaciones porque la casa se llena, y los visitantes son todo menos quietos y silenciosos, así que no me queda más que quedarme en el cuarto de Eliana y estar tranquila sin que me pisen, o me importunen con sus gritos y correteos. Solo me quedan las noches para dar un paseo por los tejados y tal vez jugar con alguno de mis amigos.

Esa noche al bajar a la sala, los niños seguían despiertos haciendo algo alrededor de la mesa del living. Como estaban más o menos quietos, me aventuré a pasar por un lado para salir al patio. El clima estaba cálido, con unos saltos llegué al techo y de allí me fui a pasear.

Fue el inusual frío lo que me despertó, Sole no estaba a mi lado, si no que miraba muy atenta la puerta, bajé para ver si no habían dejado una ventana abierta.

En la sala los chicos dejaron todo en desorden y al parecer no habían terminado de ver la segunda película; seguro por sueño o por miedo. A pesar de no haber encontrado nada abierto, el ambiente en toda la casa era más fresco de lo normal, para esa época del año. Regresé a mi habitación a seguir durmiendo.

Más tarde regresé y no pude evitar notar algo raro en el ambiente, un olor penetrante a carne podrida, pero no la carne que podemos comer sino otra, una muerta muy muy vieja. Me asusté, corrí y al no encontrar una ventana abierta tuve que bajar hasta la cocina, entrar por allí, y subir por las gradas al cuarto de Eliana. Felizmente llegué a tiempo, pues como lo imaginaba un espíritu maligno estaba en casa.

Ni bien subí a la cama, me di la vuelta en son de guerra, arqueando mi lomo y erizando cada centímetro de mi hermoso pelaje, abrí mi boca al máximo para mostrar furiosa mis colmillos y rugir con fuerza. El espíritu me vio y no se animó a entrar, siguió su paso. Pero permanecía en la casa, sin embargo, al amanecer esos espíritus son inofensivos. 

A la mañana siguiente los chicos estaban callados, cuando les pregunté acerca de su película respondieron sin entusiasmo. Todo el día estuvieron raros y no quisieron ver nada en la televisión o jugar juegos de mesa. Feliz por estar libre, me refugié de nuevo en mi cuarto y en mi libro, al lado de mi gatita. Enganchada a la trama y con pocos capítulos restantes, me propuse terminar la novela esa misma noche. A medida que avanzaba la hora me acercaba al excitante final, la lectura revelaba sorpresas cada vez más intensas. De nuevo sentí en el ambiente ese frío exagerado para ser verano, había un silencio sospechoso en toda la casa, me fijé y el reloj marcaba las 3:00. Me faltaba solo un capítulo para saber quién era el culpable y si mi heroína se quedaba con el amor de su vida. Un mal presentimiento y la búsqueda del calor de mi cama me obligaron a postergar ese placer para después.

Esa noche decidí no salir, sabía que el espíritu seguía rondando por allí y no podía dejar a Eliana sola. Después de leer hasta la madrugada quedó dormida plácidamente, la temperatura cada vez era más baja y el ambiente de la casa se llenaba de esa pestilencia. De pronto lo percibí tan claro como si lo viera detrás de la puerta, no se decidía a entrar, pues sentía mi aroma. De nuevo me puse en posición de ataque.

Desperté bruscamente, vi a mi gata enojada con el lomo arqueado, rugía con toda su furia, pensé que era a mis primos que trataban de jugarme una broma. Encendí la luz de mi velador, nadie estaba allí, eso me asustó un poco, Sole seguía esponjada mirando fijamente a la puerta, ¿estaría alguien detrás?  Reuní valor y la abrí, encontré el corredor vacío, mi gata se calmó, pero siguió vigilante.

Me abrigué y fui a la cocina por un poco de refresco, allí encontré a Marcos quien se sobresaltó al verme entrar, no dijo nada, estaba raro.

—¿Estás bien? - Le pregunté.

—Tuve una pesadilla —me dijo. Estaba a punto de volver a mi cuarto cuando empezó a contármela.

—Soñé que estaba muerto, buscándolos a ustedes, no había nadie en la casa, cuando entré al baño de tus papás vi un cadáver sin cabeza en un charco de sangre, ese cadáver era yo, salí corriendo despavorido y sentí que el diablo me perseguía para llevarme al infierno.

Se lo veía realmente asustado, en un momento pensé que iba a llorar y pensar que la otra noche se hacía a los machitos.

—Tranquilo, es solo un sueño, regresa a tu cama —le dije, me di la vuelta dispuesta a salir, me retuvo diciéndome:

—Es que tú no sabes lo que hicimos.

Hice un gesto de fastidio, me di la vuelta para verle y contesté con desgano:

—No, no sé

—Antenoche jugamos con la ouija que tienen tus hermanos.

—Yo no sabía que tenían tal cosa.

—La sesión se puso un poco rara, hacía frío y se apagaron las velas. El espíritu nos empezó a decir cosas feas, sobre la muerte y algo así. Me asusté mucho y me escapé, el caso es que no lo despedimos por mi culpa. Anoche todos tuvimos pesadillas y los chicos están enojados conmigo, yo no quiero volver a jugar esa tontera, pero ahora tuve otra pesadilla, y ¿si me muero? ¿Si el espíritu me posee?

Se quebró y se puso a llorar. Antes que pudiera reaccionar entró mi hermano mayor, Rodrigo.

—¿Qué pasa? ¿Qué están haciendo aquí? —preguntó sorprendido. Marcos se compuso de inmediato.

—Nada, yo me voy a dormir —dije y salí de la cocina; sin embargo, me quedé cerca para escuchar su conversación.

—No le habrás contado nada ¿no?, ¿no?, Marcos si le has dicho a la Eliana estamos arruinados. Ella seguro les va a decir a nuestros papás y nos van a castigar. Como mi mamá es impresionable ya no va a poder dormir y ……, no le has dicho nada ¿no?

Sentí unos pasos y me escondí en la oscuridad del living, era mi primo mayor, Antonio que también entró en la cocina.

—¿Qué pasa, también han tenido pesadillas? —preguntó ni bien los vio allí.

Me pareció el momento ideal para entrar de nuevo.

—¿Qué pasa? ¿Tienen reunión de media noche? —dije en el tono petulante que solía usar para irritar a mis hermanos.

—No pasa nada que te importe, anda a tu cuarto —respondió Rafael con el tono insolente de siempre, mientras echó una mirada furiosa a Marcos, quien agachó la cabeza. Me apoyé en el mesón de modo que cuando mi hermano menor Leonardo entró en la cocina a toda prisa no me vio.

—El espíritu ha hecho mover mi lámpara, chicos les juro que se ha movido.

—Rafael se cubrió la cara con ambas manos, gesto que hacía cuando las cosas le salían terriblemente mal. —Leonardo se dio cuenta de la metedura de pata al verme, ninguno de los cuatro sabía qué decir y todos me miraban.

Los cinco nos sentamos en la sala alrededor de la tabla de la Ouija. Marcos temblaba de miedo y el resto estaba más o menos asustado, hasta mi Sole había bajado y se sentó detrás de mí.

Al notar que Eliana se tardaba decidí bajar a buscarla y la encontré con los otros cachorros humanos en la sala, y descubrí que habían sido ellos los responsables de llamar al espíritu maligno, ¿qué hacían ahora? Presentí que el espíritu volvería en cualquier momento así que me quedé.

 Cuando pusimos las manos sobre el puntero y Rafael preguntó:

 —¿Estás ahí? —el puntero se movió hasta el SI,

—Por favor te pedimos que te vayas. —Entonces se deslizó con violencia al NO. Todos nos miramos nerviosos.

—¿Qué quieres de nosotros? —Una vez más el puntero se movió hasta la S y luego la A y así sucesivamente a la N, la G, la R, la E, la M, la U, la E, la R, la T, y finalmente a la E, donde se detuvo.

Las velas que mi hermano mayor había insistido en encender se pagaron con una ráfaga de viento que trajo ese frío extraño de nuevo. Mi gata se puso nerviosa, volteó sus orejas hacia atrás, su cola se esponjó, erguida sobre su cuerpo, su lomo se arqueó y lanzó un rugido.

—Estamos protegidos —dije con tono firme. —No puedes hacernos daño. Marcos y Leonardo parecieron ganar valor con esta afirmación, Rafael y Antonio me miraron escépticos.

Mientras los cachorros de hombre se asustaban porque se movía esa cosa encima de una tabla, yo me agazapé y cuando el espíritu se hizo visible salté delante de él para llamar su atención y lo conseguí. Seguramente no se había enfrentado a un gato antes, sino, no hubiera sido tan fácil. Una vez que un espectro maligno se fija en un felino no puede evitar el seguirlo a donde lo lleve.

El puntero se movió bruscamente sin sentido, algunos adornos de los estantes se cayeron, un cuadro cayó al piso rompiéndose el cristal —vete, vete, ¡vete te lo ordeno en nombre de Dios! —Grité mirando enojada al tablero. Finalmente, el puntero se dirigió al ADIOS y allí se detuvo, fue como si una luz se encendiera. El ambiente se aclaró a pesar de que las luces y las velas estaban en realidad apagadas.

—Se fue, se fue —dijo entusiasmado Leonardo, todos estaban más aliviados y alegres. Rafael me abrazó — gracias hermanita.

—No me agradezcas a mí —le contesté—si no a mi Sole —me revolví a buscarla, pero no estaba allí.

El poder magnético de mi aura lo arrastró irremediablemente, salté lo más rápido que pude hasta el techo de la casa y de allí corrí a través de los tejados. Mi plan era llevarlo tan lejos como fuera posible, en dirección al lugar en que los humanos dejan a sus muertos, recordando el consejo que una vez un viejo gato me dio.

La buscamos por toda la casa, no estaba. Me puse a llorar, sentía mucho dolor pensando que el espíritu maligno le habría hecho daño. Me dormí llorando.

Corría bien, dando brincos certeros, sentía al espíritu detrás de mí con su peculiar pestilencia. Su energía luchaba por soltarse de mi atracción, tironeando en el plano astral. Cuando llegué a una ancha avenida, decidí buscar camino más adelante y subí al tejado de una casa nueva muy muy alta. Desde allí, pude ver cuál era la ruta que debía seguir, al bajar, los tirones se hicieron más intensos hasta que uno de ellos traspasó al plano físico, haciéndome tambalear. No atiné a llegar a la cornisa y caí. El fantasma no se había librado de mí y me seguía en el descenso, se las arregló para entumecer mis movimientos, traté de asirme de una canaleta y fallé, aterricé sobre mis patas, como la altura era grande y el impacto fuerte todo se puso negro, después de eso no recuerdo nada.

Desperté casi al medio día, mis primos y hermanos habían salido, según me dijo mi madre. Fueron a quemar el tablero de la Ouija, a sellar para siempre el portal que representaba. Eso me lo dijeron más tarde, todos estaban tristes por la desaparición de mi gatita, yo estaba inconsolable.

No sé cuánto tiempo estuve inconsciente, botada en un oscuro rincón de ese edificio. Ya era de día, el espíritu ya no estaba conmigo, y me sentía muy adolorida y distinta, solo mucho después comprendí que esa noche perdí mi primera vida.

Atiné a buscar un lugar seguro en el que descansar hasta recobrar fuerzas, regresé muy lentamente a casa, tanto que cuando llegué ya se había escondido el sol.

Esa noche también quedé dormida llorando y me desperté bruscamente al sentir que algo había saltado a mi cama, encendí la luz nerviosa, y cual sería mi alegría cuando vi que era Sole, la tomé en mis brazos y la estreché mientras repetía su nombre y la besaba, sujete su carita en mis manos para mirarla bien porque no lo podía creer.

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Biografía

Jorge Jesús Barriga Sapiencia nació Potosí 19 de enero de 1979. Lic en Comunicación Social egresado de la Universidad Mayor Real y Pontificia de San Francisco Xavier de Chuquisaca con una maestría en Comunicación y Nuevas Tecnologías de la Educación en la Universidad Andina Simón Bolívar.

Su primer libro “Suerte muerte y microficciones” sale a la luz a fines del 2020 editado por Velatacú, parte de la colección Serendipia de poesía y Minificción.

Forma parte de “Macabro Festín” Antología de cuentos de terror de la Editorial Soy Livre. Y “Caspa de Angel” de la editorial Kipus copilado por Homero Carvalho y Marcia Batista Ramos.

Así mismo sus cuentos y minificciones forman parte de las antologías “Paradojas” y “Onomatopeyas” de Historias Pulp de España. La antología “Los Gatos” de la revista de literatura Aeternum de Perú en el portal de descarga de libros digitales Lektu. En la revista ciencia ficción “Espejo Humeante” año 2 número 3 junio del 2019.

En la revista Tlacuache N°4 “Cyber Punk” en agosto de 2019, y en la revista Tlacuache N°5 “lucha Libre” en octubre de 2019.

En enero del 2020 varios microcuentos se publicaron en el blog de literatura latinoamericana “Letras Itinerantes” de Colombia.

En mayo del 2021 su minificción “El Portal del Mal aparece en la antología “Atmósferas Insólitas” de la editorial mexicana “Minificción”.

Uno de sus guiones forma parte del libro digital “Cómo se escribe un guion: doce guiones de cortometraje” de Ramón Aguyé.

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