Desilusión
Márcia Batista Ramos
Dijiste lunes. Sí. Yo sé
que la ilusión durará solo hasta el lunes… Un bello momento pasa muy rápido. Un
bello momento terminará el lunes.
Después la ilusión escurrirá,
con la misma banalidad con que se desliza la lluvia sobre el tejado. Porque las
ilusiones duran poco, solo el instante de causar hormigueos en la barriga,
despertar una sonrisa… después viene el tiempo, y, ellas se desvanecen como
niñas muertas que no pueden pararse.
Las ilusiones, cuando
viene el tiempo, se ponen lánguidas en su desnudez.
En las tardes amarillas
las ilusiones terminan de evanecerse. Yo sufro.
En las noches, ya sé que era
solo una ilusión. Cualquiera sabría…
Un espejismo en el
desierto de mi mente. O a lo mejor, un espejismo en el desierto que es mi vida.
Un espejismo donde me sobra el aire. Tal vez, un espejismo por los lugares que
transité a través de tu mirada. Una sola mente. Tantos espejismos. ¿Quién sabe?
Alejandra siempre me
recuerda lo mismo a cada noche:
- "...comida sana, vitaminizada,
sobriedad, no alcohol, no excitantes, no gracias, no mescalina, no haschich, no
ácido lisérgico..." [1]
Le hago caso. Siempre le
hago caso. Pero no sé por qué le hago caso a Alejandra, que dejó tantas
palabras y después despiadadamente partió…
Tal vez, yo no quiera
terminar como ella. Sí, no quiero que ninguna duda quede sobre mi muerte.
Bastan las dudas que alimentan mis días, como si fueran el pan nuestro de cada
día.
Terminaron de destruir un
país en el Medio Oriente. Todo completamente atroz… El sacerdote nunca ha
terminado de orar.
No entendí por qué eliminaron a los niños y a
las flores. Ahora todo es escombro y desilusión con el olor putrefacto de la
muerte. La desilusión gana en todas las partes.
No me la imagino con cara
y sonrisa triunfante. La desilusión nunca sonríe y su cara no es triunfante por
más que gane. Su cara es triste y melancólica. Tal vez se parezca a mí… O tal
vez sea horrenda, monstruosa; como todo el dolor que provoca.
De desilusiones el mundo
está lleno. Mi mundo está lleno. Quizás porque te gusta prometer; a mí me
gustan tus promesas; pero nunca las cumples…
Pienso que es más fácil
que te parta un rayo a que cumplas una promesa. Me desilusionas una y otra vez.
Mi mundo está poblado de desilusiones. Yo permito que ellas entren en mi mundo
y echen raíces profundas en mi vida. Soy como todos. Todos hacemos lo mismo.
El mundo de Alejandra
estaba poblado de desilusiones. Ella me dijo tantas cosas que quedaron para
siempre en mí. Me dijo, por ejemplo:
- “Un rostro frente a tus ojos que lo
miran y por favor: que no haya mirar sin ver.[2]”
Desde ese día veo todo.
Hasta la desilusión cuando viene contoneándose hacia mí. Cuando viene de tus
labios. O de otro lugar cualquiera.
¡Cedo ante la fatalidad!
Desfallecida y agotada,
desistí de esperarte y me puse a descansar en la desierta playa de mi mente.
Después, igual que tú y
los demás, Alejandra, simplemente murió. Porque todos mueren. Nosotros siempre
morimos. Nadie escapa a la muerte.
[1] Pizarnik, Alejandra. “Prosa Completa” (2002); ed. Lumen, S.A;
Barcelona, España.
[2] Pizarnik, Alejandra. “Prosa Completa” (2002); ed. Lumen, S.A;
Barcelona, España.
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