Oruro 1927, Malmo 2022. Oculto detrás de sus mostachos entrecanos y sus gruesas gafas culo de
botella, Héctor Borda Leaño hablaba con convicción sobre su poesía. "La
misión de la poesía es la de servir de portavoz lírico de la revolución. Debe
ser el clarín que lance la primera nota antes del primer tiro. Debe estar antes
de la revolución y no después de ella…”, dijo al promediar la charla en una de
las tantas vísperas de los convulsos años 70.
Sus palabras, como sus versos del ¡Qué joder!,
sonaban a consigna de barricada, pero llegaban avaladas por la militancia que
le había impuesto "esta oscura tierra”, la Bolivia de "la larga
paciencia de sangres contenidas”, como solía definirla.
Bolivia salía de la encrucijada de Ñancahuazú y
pretendía tomar el socialismo por asalto. Minero en su juventud, parlamentario
de ocasión, poeta de toda la vida, fumador empedernido y animador de todas las
tertulias literarias y políticas, Borda Leaño era el "poeta social” por
excelencia. Tenía 40 años y toda la pinta de un actor de reparto del cine de
oro mexicano de los años 50, con el infaltable pitillo abriéndose paso entre
los bigotes.
"El problema de los poetas sociales y de
los poetas en general es que en Bolivia nadie lee poesía. Pero, por otra parte,
en el campo de la llamada poesía social, no todo lo que se escribe como
revolucionario es revolucionario. No por cantar las lacras o las miserias de tu
pueblo eres revolucionario. El asunto está en el modo de cantar, para que despiertes
en el alma del pueblo un sentimiento de rebeldía”, afirmó.
No era una queja, sino una constatación. Para él
no era tan importante el qué sino el cómo. "Muchos de los llamados ‘poetas
revolucionarios’ vienen a ser los mejores propagandistas de los intereses
reaccionarios, porque muestran a un pueblo vencido, sin esperanzas. La poesía
revolucionaria es aquella que, mostrando las miserias del pueblo, lo exalta en
la búsqueda de mejores destinos”, agregó.
Inquilino de todas las prisiones políticas de la
época, solía decir que había vivido "quemándose las tripas”. La dictadura
banzerista lo envió al exilio. En Buenos Aires publicó probablemente la mejor
expresión de su "poesía revolucionaria”, En esta oscura tierra, un
cuaderno con cuatro poemas ilustrados por el pintor argentino Ricardo Carpani. "Aquí
en Bolivia levantamos banderas y cantamos”, resumió en el primer poema. (Juan Carlos Salazar- Pagina siete)
Selección de
poemas realizada por Edwin Guzmán Ortiz:
- ·
YO
LA TENGO VESTIDA DE ALFABETO
- ·
POBRES
TIPOS
YO LA TENGO VESTIDA DE ALFABETO
Yo lo tengo
vestida de alfabeto
y un
rescoldo de sombras hizo luz en su sangre caliente
sin sopa
dominguera.
Me creció
de repente mujer cuando era niña
cuando el
pañal se inauguró en pollera
y el espejo
del charco pintaba sus ojeras.
Me creció
de repente una sonrisa,
un modo de
caminar por las veredas
de una
tarde inconclusa,
una tez de
durazno en las mejillas,
me
crecieron los grillos labrando mis caricias
en la
paloma frutal de sus dos senos.
Fue la hora
de caminar a ciegas calzándonos azahares
y domingos
en un clima
de carbones fragorosos
enumerando
orgasmos y ternuras
apenas para
firmar la baronía que anhelábamos
mostrar a
los vecinos.
Me creció
de repente una mujer cuando era niña
con los
flojos centavos bailando en los bolsillos
matinée sin
domingos,
carnaval
sin liturgias
y
amodorrado el sapo de perfil y en un pozo
una
serpiente, un cóndor mineral
y el viento
como dogal de muerte justificando el beso.
Después
casi sin presentarlos
nos
llegaron el harapo y los niños, leche materna en mengua
la leche
condensada trocada por el libro
del poema
inveterado
“cómo duele
la sangre de la herida
estamos
como perros prendidos a ladrido”.
Hoy la
tengo vestida de alfabeto,
tarde, qué
tarde para decir bastante,
el fusil,
la proclama, el Partido,
en la
impronta de un sueño campesino
desventando
torturas más allá de lo humano.
“Yo creo
que debieras cantar al hombre simple,
al que vive
en tu sangre
en la cal
de tus hijos que trajimos al poema”
que
trajimos hacia el claro sentido de la muerte.
Yo la tengo
vestida de alfabeto,
también los
maquipuras exigen sus derechos,
fábrica y
cigarrillos caldo de carne exigua,
la noche
fabricando los silencios del gato,
y una mujer
que bien que vocaliza
que bien
que llega a entrar por el fraterno pan
el sencillo
de los domingos sin salario.
¿Te
acuerdas?
estamos
como hace años torpes los yugos de la sangre
precisando
augurar hondos cauces eternos,
augurar en
la fecha en que le nace un hombre
el signo de
la herida,
el látigo
de fuego sobre la carne maldecida
la rosa
elemental,
el hilo de
la noche impalpable y sereno,
augurar en
la hora en que le nace un hijo.
Yo la tengo
vestida de alfabeto,
tarde, qué
tarde para decir bastante
cómo duele
la sangre de la herida
estamos
como perros prendidos a ladrido.
POBRES TIPOS
Pobres
tipos
echados
como cáscara de fruta en las veredas,
meados por
los perros
patinados
de frío en las esquinas,
donde el
hambre los tumba,
donde el
dolor se encoge como gato escaldado.
Pobres
tipos,
piojentos,
lacerados, infamados,
solemnemente
perseguidos por los desprecios honorables,
por las
fingidas penas de las viejas
que
retornan de misa con olor a semen
de sus
entregas clandestinas.
Pobres
tipos,
borrachos,
hambrientos, sarmentosos
encascarados
en la mugre de siglos
con el hedor
de siglos que heredaron de todos los señores
que
llegaron de lejos
trayendo un
látigo rubio, un doblón rubio, un bolso rubio
para
llevarse la sangre coagulada del minero
en sacos de
“lobonite” rubio.
Pobre
tipos,
caminando
en plazas, en mercados,
en todos
los caminos polvorientos de esta América hedionda
electrizada
y sangrante,
arrastrando
las patas con los hijos al hombro,
con la
mujer nuevamente preñada,
con las
hijas preñadas tan temprano,
tan
temprano con hambre, tan temprano.
Pobres
tipos.
Tan solos
en medio del tumulto
tan
extrañamente solos en medio de los hombres decentes
de aquellos
que con pulcra ansiedad
fornican
sirvientitas en zaguanes oscuros
o se casan
en pomposas iglesias con muchachas bonitas
tiernamente
frotadas, descastadas, besadas,
y
engañadas.
Pobres
tipos
tan ajenos
al whisky, tan ajenos al rummy party
tan ajenos
a la boite
tan ajenos
tan sólo al pan, a un pedazo de carne
a un poco
de leche para los niños
a una
aspirina sólo para el dolor de muelas,
a unos
trapos lavados para envolver al hijo
parido con
dolor en las esquinas.
Pobre tipos
tan lejanos
de dios, tan cerca del pecado
de ignorar
a los dioses hartados,
a deidades
inconclusas, a curas masturbadores,
a
monaguillos alcahuetes,
a
mercaderes de hostias y sacramentos,
tan lejanos
de la compasión y de la pena
tan
desmesuradamente
lejos de la
santificación y la derrota.
Pobres
tipos,
en
fábricas, en minas, en pantanos,
moliendo el
virgen corazón de los metales,
sangrando
esputo rutilante en las vetas,
aquietando
el temblor de las aguas pestilentes,
cantando de
soslayo, mirando de soslayo
de soslayo
tejiendo secretas diabluras
de balas y
banderas.
Pobres
tipos,
fabricando
su historia con un idioma exacto
donde el
golpe sangriento, la dinamita, el palo,
las
deidades, la muerte,
el pan, el
trago, el sexo restallan de improviso
levantando
una niebla de wiphalas sangrantes
que
resquebraja el mundo.
Pobres
tipos
tan
extraños a la palabra aprisionada
a la bella
palabra
que dice lo
que no es y mira de torcido
lo que
quiere nombras sin atreverse,
sólo tiene
vocablos que suenan como piedras
que caen
como alud, que hieren y laceran,
palabras
como el ¡carajo! de todas las angustias
como
¡mierda! te cortaré las tripas
como
¡pendejo! las vas a pagar por todas juntas
cuando me
toque a mi afilar mis cuchillos.
Pobres tipos….
******************************************
https://www.behance.net/gallery/103288945/Hctor-Borda-Leano/modules/594067013
No hay comentarios:
Publicar un comentario