Entelequia
Márcia Batista
Ramos
Miré la planicie brillante
donde todo era horizonte. La planicie tenía un tono celeste blanquecino. La
planicie era una gran monotonía. El cielo azul de esmalte fundido era la única
belleza. Por lo demás, no se distinguía nada…
Primero contemplé el
paisaje sin pensar nada. Nada que pedir. Nada que agradecer.
Después pensé en los miles
de kilómetros que recorrí para llegar allí. Los kilómetros representaban los
trenes, los paisajes, las fronteras, los aviones, las noches y los días.
Los miles de kilómetros
que recorrí para llegar allí, representaban los abrazos, los besos, los amigos,
los parientes, las cartas, las llamadas telefónicas, las esperanzas, los sueños
y las frustraciones.
Las frustraciones ocupan
un espacio razonable en quien quiera que sea. Acumular frustraciones es parte
del riesgo de estar vivos. Hay que aprender a convivir con los riegos y
abandonar las cargas negativas para que ya no ocupen espacios que podrían ser
llenados con cosas mejores.
Es mejor creer en los
Santos. Es mejor rezar. Es mejor tener esperanza…
Inaudito amor ese nuestro.
Sabes que no te puedo nombrar. Tú tampoco puedes hacerlo. Que las frustraciones
no nos unan. Si no hay nada mejor para unirnos, entonces que no nos una nada.
El tiempo guardián de la
esperanza.
Miré la planicie brillante
donde todo era celeste blanquecino. La única belleza era el cielo de un azul
esmalte fundido. Por lo demás, todo era monotonía.
Contemplé la planicie sin
pedir nada. Nada que pensar. Nada que agradecer.
Después pensé en la
historia de la humanidad hasta aquel momento. La historia de la humanidad se
puede contar en guerras. Guerras más visibles, guerras menos visibles. Una
guerra eterna que solamente cambia de nombre cuando cambia de lugar.
La historia de la
humanidad hasta aquel momento, para mí, se resumió en miles de guerras. Guerras
donde hay gente que nace y muere sin jamás conocer tiempos de paz. Guerras
donde la gente muere por bombas. Guerras donde la gente muere por falta de pan.
Guerras menos visibles, muy personales, muy íntimas de miedo, de esperanzas y
frustraciones.
Las guerras son una
ciénaga de temores y dudas. Las guerras son una invención humana de una
estupidez sin precedentes.
Si fuera posible sería
mejor alejarse de todas las guerras. Ninguna tendrá vencedores. Todas las
guerras empiezan perdidas… Las guerras son irremediablemente perdidas.
Insólito amor ese nuestro.
Los temores y las dudas nos persiguen en las palabras que no dijimos. Mejor
olvidar las dudas y las palabras. Mejor olvidar lo nuestro.
Rezar. Creer en los Santos.
Rezar hasta olvidar el dolor.
El tiempo desperdiciado
entre el horror y el dolor. El tiempo de la impotencia.
Miré la planicie monótona.
La única belleza era el azul esmalte fundido del cielo brillante. Por lo demás,
todo era horizonte celeste blanquecino.
Contemplé el horizonte sin
agradecer nada. Nada que pedir. Nada que pensar.
Después pensé en el futuro
que tenía cuando estuve en el vientre. Era el futuro igual que de toda la
humanidad. Tan natural el misterio de compartir algo con absolutamente todos
los humanos. Era un futuro lleno de esperanzas. Era un futuro incierto.
El futuro incierto desde
el vientre. Tal vez desde antes. El milagro de la vida coronado por un futuro
errante. La muerte la única herencia asegurada. Todo igual. Igual para mí.
Igual para miles y millones de gentes en todo el planeta.
Pero, la gran diferencia
reside en la conciencia nuestra de cada día, que hará con que cada uno reciba
de manera muy distinta la misma herencia. Aprender, tal vez, sea el precio
relativo de todo que ocurre en la vida.
Infrecuente amor ese
nuestro. Llegamos al umbral de nuestra historia y apenas sabíamos que nos
queríamos. Quererse no era suficiente. Era necesario amarnos.
Confiar en los Santos.
Rezar para confiar a ellos los secretos.
El tiempo revelando
secretos.
Miré el horizonte, era
todo planicie brillante. Además de la monotonía, no se distinguía nada en el
celeste blanquecino.
Contemplé el celeste
blanquecino. Sin pensar. Sin pedir. Sin agradecer.
Después pensé en los miles
de kilómetros separándome de la frontera del entendimiento. No entiendo la
eterna guerra en que vive el planeta. Mi ignorancia sobre las guerras me
aflige. Y yo que tengo un futuro incierto poco a poco muero por la aflicción.
Si la guerra es muerte. Si
el hambre es muerte. Si después, con seguridad, todos morimos. ¿Por qué matar
con armas? ¿Por qué matar de hambre?
Pensé que somos todos
semejantes. Semejantes para morir de hambre. Semejantes para morir en las
guerras demenciales.
También pensé en otros que
son semejantes entre sí, para provocar las guerras y el hambre. Estuve segura
de que mis semejantes y yo no los envidiamos y que eso a ellos, en su demencia,
no les importa.
Extraño amor ese nuestro.
Entre la guerra y la muerte esta nuestro amor tan pasajero. No. Así no te
quiero. Que no nos una nada y que la muerte no nos separe.
Creer en los Santos con
esperanza. Esperanza de que vengan las sorpresas.
El tiempo sorprendiendo el
alma del mundo.
Miré la monotonía, todo
era horizonte brillante. Por lo demás, la planicie en tono celeste blanquecino
donde no se distinguía nada.
Pensé en el alma del
mundo. El alma del mundo es muy profunda. Es transparente y limpia. El alma del
mundo se manifiesta en todas las partes. Yo la percibo en el silencio del
horizonte monótono.
El alma del mundo tal vez
esté herida de muerte por tantas guerras. Tal vez se recupere pronto porque
tiene esperanza de que el futuro incierto sea mejor. Esperanza de que en el futuro
solamente exista el bien.
El bien y el mal residen
en cada uno de nosotros. Es una opción muy personal cuál de esos atributos
vamos a manifestar. También, cuando lo manifestaremos.
Raro amor ese nuestro. En
nuestro amor no existe espacio para que resida el mal. Pero es un amor tan incierto.
Tan silencioso. Nos amamos en la monotonía de nuestras existencias tan
distintas. Si no nos une lo bello. Que no nos una nada.
Rezar. Creer. Los Santos.
El amor.
Tiempo de aceptar lo
bueno.
Contemplé el cielo azul de
esmalte fundido. Tanto para pensar. Tanto para pedir. Tanto más para agradecer.
Biografía
Márcia Batista Ramos,
nació en Brasil, en el Estado de Rio Grande do Sul en mayo de 1964. Es
licenciada en Filosofía por la Universidade Federal de Santa María (UFSM)- RS,
Brasil. Radica a más de cuarto siglo en Bolivia, en la ciudad de Oruro. Es
gestora cultural, escritora y crítica literaria. Publicó Mi Ángel y Yo (Cuento,
2009); La Muñeca Dolly (Novela, 2010); Consideraciones sobre la vida y los
cuernos (Ensayo, 2010); Patty Barrón De Flores: La Mujer Chuquisaqueña
Progresista Del Siglo XX (Esbozo Biográfico) –Latinas Editores (2011); Tengo
Prisa Por Vivir (Novela Juvenil, 2011; Escala de Grises – Primer Movimiento
(Crónicas, 2015); Márcia Batista Ramos: El alma adolorida de Cesar Verduguez
Gómez, pg.233 en Lo escrito Escrito Está (50 años de Trayectoria Literaria de
César Verduguez Gómez); Escritoras Cruceñas (poesía, narrativa y drama),
Caballero, Reck & Batista – Grupo Editorial KIPUS (2019); Escritoras
Contemporáneas Bolivianas (poesía, narrativa y drama, 2019) Caballero, Decker
& Batista; Anexo en Diablo- Diablada De Oruro Al Mundo – Antonio Revollo
Fernández (2019); Marcia Batista Ramos: Homero Carvallo Oliva: Poeta de las
aguas, Iluminado por el fuego de Las Palabras pg.47 en Homero Carvalho La
odisea de las palabras, de Iván Jesús Aruzamen, (2019). Tiene cuentos y ensayos
publicados en la Revista Regatul Cuvantului, Rumania (Revista de cultura
universala editata sub egida Ligii Scriitorilor Romani), (2017); Cuento: Un
Viaje en carnaval, en “BOLIVIA La versión de escritores extranjeros” Homero
Carvalho Oliva. Torre de Papel (2020). Cuento: Un Hombre Común, en “Honduras
como Epicentro - Antología Mundial de Escritores en Cuarentena”, Chaco de La
Pitoreta. Ed. AteA (2020); Antología “Compendio Literario pro Casa Melchor
Pinto”, Colectivo Poético; Santa Cruz de La Sierra (2020); “BREVIRUS Antología
de minificciones”, Lilian Elphick Latorre. Revista Brevilla, Santiago de Chile
(2020); Poema: “Cómplice”, Antología: LA ESPERA INFINITA II. Chaco de la
Pitoreta. Ed. AteA, Honduras (2020).
No hay comentarios:
Publicar un comentario